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lunes, 23 de mayo de 2011

Piensa.

Concéntrate. Piensa. Es sábado por la noche y estas conduciendo...

Piensa ahora qué coche te gustaría conducir...
Imagina que tú vas al volante...

Sólo puedes llevar contigo, a otras cuatro personas. Piensa bien ¿Quienes están contigo en el coche?
Mientras conduces deciden oír algo de música. Imagina ¿Qué canción se está oyendo?Suena tu canción de fondo mientras continúas en carretera disfrutando con tus amigos...
De pronto, ¡otro coche choca por detrás!
En el instante siguiente el coche esta volando por la carretera sin que puedas evitarlo. 
Sientes que el vehículo golpea a un lado y otro de la carretera sin poderlo controlarlo hasta que finalmente resbala. Se precipita hacia abajo. Vuelca y cae finalmente detenido en una cuneta.
Sientes tu cara mojada... Te das cuenta ahora: Estás llorando. Sientes frío, estás húmedo y sobre todo  sientes mucho, mucho dolor.
No oyes nada más que el silencio.
Intentas oír y sólo sientes silencio
silencio...
silencio.
Tratas de gritar para ver donde están tus amigos, pero no te sale ningún sonido de la garganta...El dolor y el miedo no te dejan hablar.

Permaneces inmóvil no sabes cuanto tiempo...¿2 minutos, 2 horas? No lo sabes, pero para ti te parece una noche eterna...

Tras un tiempo infinito, oyes algo. Al final oyes un sonido...

Es la sirena de una ambulancia. Vienen por fin a rescatarte. Sientes alivio. 

Continúas ahí, debajo del coche destrozado. Mientras aguardas a qué te descubran, te entretienes pensando en tu familia, amigos, colegio, las navidades pasadas, en viejos amigos, en antiguos amantes...
Sin darte cuenta has empezado a rezar por los otros ocupantes del coche que han sufrido el accidente contigo.
Mientras, los enfermeros te han encontrado. te sacan del amasijo de hierros que es el coche siniestrado y te ponen en una camilla. Ahora cierras los ojos mientras sientes que te suben a la ambulancia.

No ves nada ni oyes nada... estás solo.

No has conseguido ver a los otros  que iban contigo...

Mientras te llevan al hospital, vuelves a rezar y ahora por primera vez, piensas en ti.

¿Voy a morir?

Y de nuevo vuelve la duda...¿Donde están mis amigos?

¿Estarán bien?

¿Y a mí? ¿Qué me va a pasar?

¿Lograre sobrevivir?

¿Qué pasó con los que iban conmigo?

Todos ellos murieron.
Todos los que iban en el coche, murieron.
Todos se han ido.
Nunca los veras de nuevo.
¿Y tú?...Tú tampoco lo lograste.
¡Esperas estas solo imaginando!...¿Verdad ?
Pero... ¿Y si hubiera sido real?


¿Y si de verdad hubiera pasado?
Piénsalo...
Ese coche fue el último coche en el que estuviste con tus amigos.Elegiste quienes que te acompañaría en el auto con cuidado...
Esas personas fueron las últimas que viste.

¿Hay alguien más que hubieras querido que estuviera en ese coche?
La canción que sonaba fue la última canción que oíste.
¿Te gustaría haber tenido la oportunidad de decirles a todos que los quieres?
¿Te gustaría haberle dicho a tus padres  cuanto los quieres por última vez?
¿Te gustaría haber podido besar a tu novio/a una última vez?

¿Te gustaría haber podido abrazar a tus amigos una última vez?
¿Te gustaría tener la oportunidad de hacer todas esas cosas?

Aún estás a tiempo...

Piensa ahora en  todos, los que amas , los que odias... Piensa en amigos, familia, incluso enemigos.


Pero reza por toda la gente a la que SI
Y recuerda esto:

"Vive cada día al máximo,y cuando alguien diga que te quiere,


date cuenta el gran significado de eso


y dilo solo cuando lo sientas.

domingo, 22 de mayo de 2011

Amor Matrimonial

 Un famoso maestro se encontró frente a un grupo de jóvenes que estaban en contra del matrimonio.  Los muchachos argumentaban que el romanticismo constituye el verdadero sustento de las parejas y que es preferible acabar con la relación cuando éste se apaga, en lugar de entrar a la hueca monotonía del matrimonio. El maestro les dijo que respetaba su opinión, pero les relató lo siguiente:



"Mis padres vivieron 55 años casados. Una mañana mi mamá bajaba las escaleras para prepararle a papá el desayuno, sufrió un infarto y se cayó. Mi padre la alcanzó, la levantó como pudo y casi a rastras la subió a la camioneta. A toda velocidad, rebasando, sin respetar los altos, condujo hasta el hospital. Cuando llegó, por desgracia, ya había fallecido. Durante el sepelio, mi padre no habló, su mirada estaba perdida. Casi no lloró. Esa noche sus hijos nos reunimos con el. En un ambiente de dolor y nostalgia recordamos hermosas anécdotas. El pidió a mi hermano teólogo que le dijera, dónde estaría mamá en ese momento. Mi hermano comenzó a hablar de la vida después de la muerte,conjeturó cómo y dónde estaría ella. Mi padre escuchaba con gran atención. De pronto pidió: "llévenme al cementerio". "Papa" respondimos " Son las 11 de la noche! No podemos ir al cementerio ahora! Alzó la voz y con una mirada vidriosa dijo: "No discutan conmigo por favor, no discutan con el hombre que acaba de perder a la que fue su esposa por 55 años".  
Se produjo un momento de respetuoso silencio. No discutimos más. Fuimos al cementerio, pedimos permiso al velador, con una linterna llegamos a la lápida. Mi padre la acarició, lloró y nos dijo a sus hijos que veíamos la escena conmovidos: "Fueron 55 buenos años...saben?, Nadie puede hablar del amor verdadero si no tiene idea de lo que es compartir la vida con una mujer así". Hizo una pausa y se limpió la cara. "Ella y yo estuvimos juntos en aquella crisis, Cambio de empleo", continuó, "Hicimos el equipaje cuando vendimos la casa y nos mudamos de ciudad. Compartimos la alegría de ver a nuestros hijos terminar sus carreras, lloramos uno al lado del otro la partida de seres queridos, rezamos juntos en la sala de espera de algunos hospitales, nos apoyamos en el dolor, nos abrazamos en cada Navidad, y perdonamos nuestros errores... Hijos, ahora se ha ido y estoy contento, saben por que?, porque se fue antes que yo, no tuvo que vivir la agonía y el dolor de enterrarme, de quedarse sola después de mi partida. Seré yo quien pase por eso, y le doy gracias a Dios. La amo tanto que no me hubiera gustado que sufriera..." Cuando mi padre terminó de hablar, mis hermanos y yo teníamos el rostro empapado de lagrimas. Lo abrazamos y él nos consoló: "Todo está bien hijos, podemos irnos a casa; ha sido un buen día".

 Esa noche entendí lo que es el verdadero amor. Dista mucho del romanticismo, de la rumba y pasarla bien, no tiene que ver demasiado con el erotismo, más bien se vincula al trabajo y al cuidado que se profesan dos personas realmente comprometidas.
Cuando el maestro terminó de hablar, los jóvenes universitarios no pudieron debatirle. Ese tipo de amor era algo que no conocían.
El tiempo no espera a nadie. Atesora cada momento que tienes. Lo atesorarás mucho más si lo compartes con alguien especial.

lunes, 7 de marzo de 2011

Antigüo consejo chino!

Había una vez un campesino chino, pobre pero sabio, que trabajaba la tierra duramente con su hijo. Un día el hijo le dijo:
-¡Padre, qué desgracia! Se nos ha ido el caballo.
-¿Por qué le llamas desgracia?
- respondió el padre
- veremos lo que trae el tiempo...
A los pocos días el caballo regresó, acompañado de otro caballo.
-¡Padre, qué suerte! - exclamó esta vez el muchacho
- Nuestro caballo ha traído otro caballo.
-Por qué le llamas suerte? - repuso el padre
- Veamos qué nos trae el tiempo.
En unos cuantos días más, el muchacho quiso montar el caballo nuevo, y éste, no acostumbrado al jinete, se encabritó y lo arrojó al suelo. El muchacho se quebró una pierna.
-¡Padre, qué desgracia! - exclamó ahora el muchacho
- ¡Me he quebrado la pierna!
Y el padre, retomando su experiencia y sabiduría, sentenció:
-¿Por qué le llamas desgracia? Veamos lo que trae el tiempo!
El muchacho no se convencía de la sentencia paterna, sino que gimoteaba en su cama. Pocos días después pasaron por la aldea los enviados del rey, buscando jóvenes para llevárselos a la guerra.
Vinieron a la casa del anciano, pero como vieron al joven con su pierna entablillada, lo dejaron y siguieron de largo.
El joven comprendió entonces que nunca hay que dar ni la desgracia ni la fortuna como absolutas, sino que siempre hay que darle tiempo al tiempo, para ver si algo es malo o bueno.



La moraleja de este antiguo consejo chino es que la vida da tantas vueltas, y es tan paradójico su desarrollo, que lo malo se hace bueno, y lo bueno, malo.
Lo mejor es esperar siempre el día de mañana, porque todo sucede con un propósito positivo para nuestras vidas..

miércoles, 2 de febrero de 2011

El tiempo.

Para saber el valor de un nueve meses:
Pregúntale a un estudiante que suspendió el examen final.
Para saber el valor de un mes:

 Pregúntale a una madre que ha dado a luz prematuramente.
Para saber el valor de una semana:

Pregúntale a un editor de la revista semanal.
Para saber el valor de una hora:



Pregúntale a los amantes que esperan para verse.

Para saber el valor de un minuto:

 Pregúntale a la persona que perdió el tren, el autobús o el avión.

Para saber el valor de un segundo:



Pregúntale a quien haya sobrevivido de un accidente.

Para saber el valor de una milésima de segundo:



Pregúntale al atleta que ganó una medalla de plata en las Olimpiadas.

El tiempo no espera a nadie.
Atesora cada momento que tienes.
 




martes, 1 de febrero de 2011

El Error




El error más grande lo cometes cuando, por temor a equivocarte, te equivocas dejando de arriesgar en el viaje hacia tus objetivos.
 No se equivoca el río cuando, al encontrar una montaña en su camino, retrocede para seguir avanzando hacia el mar...
No se equivoca la semilla cuando muere en el surco para hacerse planta...
... se equivoca la que por no morir bajo la tierra, renuncia a la vida.
 ...se equivoca el agua que por temor a equivocarse, se estanca y se pudre en la laguna.
No se equivoca el hombre que ensaya por distintos caminos para alcanzar sus metas...
 ...se equivoca aquel que por temor a equivocarse no acciona.
No se equivoca el pájaro que ensayando el primer vuelo cae al suelo....
..se equivoca aquel que por temor a caerse renuncia a volar permaneciendo en el nido.

Pienso que se equivocan aquellos que no aceptan que ser hombre es buscarse a sí mismo cada día...sin encontrarse nunca plenamente.Creo que al final del camino no te premiarán por lo que encuentres...sino por aquello que hayas buscado honestamente. 
Fracasas cuando eliges no seguir probando alternativas.

viernes, 28 de enero de 2011

Ámate!

Ámate.
Reconoce tus dones
y talentos únicos
y úsalos para el bien..

Ámate...

Sueña en lo que puedes convertirte,
pero sin dejar de aceptar y valorar
a la persona que eres ahora.

Ámate.

Reconoce tus errores,
pero no te subestimes
debido a ellos.

Ámate.

Trata de alcanzar lo imposible
y haz lo mejor que puedas dar de ti.

Ámate.

Alégrate, porque eres.
una persona especial, bella y única.

Ámate.

Trátate bien.
Cuídate.

Ámate...

Cree siempre que mereces lo mejor,
que mereces mucho amor.

Ámate.

Y los demás te amarán.
porque el amor produce amor.

LOS OBSTÁCULOS EN NUESTRO CAMINO

HACE MUCHO TIEMPO, UN REY COLOCÓ UNA GRAN ROCA OBSTACULIZANDO UN CAMINO. ENTONCES SE ESCONDIÓ Y MIRÓ PARA VER SI ALGUIEN QUITABA LA TREMENDA ROCA.
ALGUNOS DE LOS COMERCIANTES MÁS ADINERADOS DEL REY Y CORTESANOS VINIERON Y SIMPLEMENTE LE DIERON UNA VUELTA. MUCHOS CULPARON AL REY RUIDOSAMENTE DE NO MANTENER LOS CAMINOS DESPEJADOS, PERO NINGUNO HIZO ALGO PARA SACAR LA PIEDRA GRANDE DEL  CAMINO.

ENTONCES UN CAMPESINO VINO, Y LLEVABA UNA CARGA DE VERDURAS. AL APROXIMARSE A LA ROCA, EL CAMPESINO PUSO SU CARGA EN  EL PISO Y TRATÓ DE MOVER LA ROCA A UN LADO DEL CAMINO. DESPUÉS DE EMPUJAR Y FATIGARSE MUCHO, LO LOGRÓ. MIENTRAS RECOGÍA SU CARGA DE VEGETALES, NOTÓ UNA CARTERA EN EL  SUELO, JUSTO DONDE HABÍA ESTADO LA ROCA.



LA CARTERA  CONTENÍA MUCHAS MONEDAS DE ORO Y UNA NOTA DEL MISMO REY INDICANDO QUE  EL ORO ERA PARA LA PERSONA QUE REMOVIERA LA PIEDRA DEL CAMINO. EL CAMPESINO APRENDIÓ LO QUE LOS OTROS NUNCA ENTENDIERON.
CADA OBSTÁCULO PRESENTA UNA OPORTUNIDAD PARA MEJORAR LA CONDICIÓN DE UNO

lunes, 24 de enero de 2011

La Verdad ... ¿Es La Verdad?

 El rey había entrado en un estado de honda reflexión durante los últimos días. Estaba pensativo y ausente. Se hacía muchas preguntas, entre otras por qué los seres humanos no eran mejores. Sin poder resolver este último interrogante, pidió que trajeran a su presencia a un ermitaño que moraba en un bosque cercano y que llevaba años dedicado a la meditación, habiendo cobrado fama de sabio y ecuánime.
Sólo porque se lo exigieron, el eremita abandonó la inmensa paz del bosque.
--Señor, ¿qué deseas de mí? -preguntó ante el meditabundo monarca.
--He oído hablar mucho de ti -dijo el rey-. Sé que apenas hablas, que no gustas de honores ni placeres, que no haces diferencia entre un trozo de oro y uno de arcilla, pero todos dicen que eres un sabio.
--La gente dice, señor -repuso indiferente el ermitaño.
--A propósito de la gente quiero preguntarte -dijo el monarca-. ¿Cómo lograr que la gente sea mejor?
--Puedo decirte, señor -repuso el ermitaño-, que las leyes por sí mismas no bastan, en absoluto, para hacer mejor a la gente. El ser humano tiene que cultivar ciertas actitudes y practicar ciertos métodos para alcanzar la verdad de orden superior y la clara comprensión. Esa verdad de orden superior tiene, desde luego, muy poco que ver con la verdad ordinaria.
El rey se quedó dubitativo. Luego reaccionó para replicar:
--De lo que no hay duda, ermitaño, es de que yo, al menos, puedo lograr que la gente diga la verdad; al menos puedo conseguir que sean veraces.
El eremita sonrió levemente, pero nada dijo. Guardó un noble silencio.
El rey decidió establecer un patíbulo en el puente que servía de acceso a la ciudad. Un escuadrón a las órdenes de un capitán revisaba a todo aquel que entraba a la ciudad. Se hizo público lo siguiente: "Toda persona que quiera entrar en la ciudad será previamente interrogada. Si dice la verdad, podrá entrar. Si miente, será conducida al patíbulo y ahorcada".
Amanecía. El ermitaño, tras meditar toda la noche, se puso en marcha hacia la ciudad. Su amado bosque quedaba a sus espaldas. Caminaba con lentitud. Avanzó hacia el puente. El capitán se interpuso en su camino y le preguntó:
--¿Adónde vas?
--Voy camino de la horca para que podáis ahorcarme -repuso sereno el eremita.
El capitán aseveró:
--No lo creo.
--Pues bien, capitán, si he mentido, ahórcame.
--Pero si te ahorcamos por haber mentido -repuso el capitán-, habremos convertido en cierto lo que has dicho y, en ese caso, no te habremos ahorcado por mentir, sino por decir la verdad.
--Así es -afirmó el ermitaño-.
Ahora usted sabe lo que es la verdad... ¡Su verdad! 
Moraleja: El aferramiento a los puntos de vista es una traba mental y un fuerte obstáculo en el viaje interior.

¿Quién empaquetó tu paracaídas?

Charles Plumb era piloto de un bombardero en la guerra de Vietnam.Después de muchas misiones de combate, su avión fue derribado por un misil.
Plumb se lanzó en paracaídas, fue capturado y pasó seis años en una prisión norvietnamita.
A su regreso a Estados Unidos, daba conferencias relatando su odisea, y lo que aprendió en la prisión. Un día estaba en un restaurante y un hombre lo saludó:"Hola, usted es Charles Plumb, era piloto en Vietnam y lo derribaron, verdad?"

"Y usted, cómo sabe eso?", le preguntó Plumb.

"Porque yo empacaba su paracaídas. Parece que le funcionó bien,
verdad?"

Plumb casi se ahogó de sorpresa y gratitud.
"Claro que funcionó, si no hubiera funcionado, hoy yo no estaría
aquí."
Plumb no pudo dormir esa noche, preguntándose:
"¿Cuantas veces lo vi en el portaviones y no le dije ni buenos días, porque
yo era un arrogante piloto y él era un humilde marinero?" Pensó también en las horas que ese marinero pasaba en las entrañas del barco enrollando los hilos de seda de cada paracaídas, teniendo en sus manos la vida de alguien que no conocía.

Ahora, Plumb comienza sus conferencias preguntándole a su audiencia
:
"Quién empacó hoy tu paracaídas?".
Todos tenemos a alguien cuyo trabajo es importante para que nosotros
podamos salir adelante.

Uno necesita muchos paracaídas en el día: uno físico, uno emocional,
uno mental y hasta uno espiritual.
A veces, en los desafíos que la vida nos lanza a diario, perdemos de
vista lo que es verdaderamente importante y las personas que nos salvan en el
momento oportuno sin que se lo pidamos.

Dejamos de saludar, de dar las gracias, de felicitar a alguien , o aunque sea, decir algo amable sólo porque si.